¿POR QUÉ SON BUENOS LOS ANTIOXIDANTES?

Para comenzar debemos entender qué es el estrés oxidativo, qué compuestos lo causan y por qué sucede.

Durante el metabolismo celular, que es el procedimiento que utilizan las células para la obtención de energía y la formación de macromoléculas, se producen múltiples productos e intermedios. Entre ellos, se encuentran los famosos radicales libres, átomos o moléculas altamente reactivas (inestables) que atacan a los enlaces de las proteinas de los tejidos, a los fosfolípidos de las membranas celulares, a los carbohidratos y al ADN. Hay diferentes tipos de radicales libres en función de los átomos que los conforman, siendo los más comunes las especies reactivas de oxígeno y las especies reactivas de nitrógeno. Estos se generan de forma fisiológica es decir de forma natural en el cuerpo y esto no supone ningún problema, ya que los niveles basales de estos radicales libres son necesarios para realizar algunas funciones fisiológicas y además posteriormente son neutralizados por nuestro sistema antioxidante.

Sin embargo, en ocasiones, se produce un exceso de radicales libres o una deficiencia en el sistema de defensa, lo que causa un desequilibrio conocido como estrés oxidativo. Este fenómeno desempeña papel importante en el envejecimiento y diversas enfermedades como obesidad, enfermedades cardiovasculares, enfermedades neurodegenerativas, enfermedades renales, diabetes, cáncer e inflamación crónica, entre otras.

Por tanto, sabemos que las células producen radicales libres pero nuestro mecanismo de defensa actúa para mantener el equilibrio. Este sistema antioxidante de defensa incluye enzimas antioxidantes (superóxido dismutasa, catalasa y glutatión peroxidasa, entre otras) que son el sistema más eficaz, y otras moléculas pequeñas como las vitaminas A, C y E, el glutatión, la coenzima Q10, los polifenoles (mayormente flavonoides), los carotenoides, la melatonina, la curcumina y el ácido lipoico.  Algunos de estos son endógenos, es decir que se fabrican por nuestro organismo y otros son exógenos, los aportamos mediante la dieta.

¿Qué situaciones externas incrementan la producción de radicales libres?

Pues algunos ejemplos son la exposición excesiva a la radiación ultravioleta, las situaciones de estrés prolongadas, una dieta inapropiada, el ejercicio físico muy intenso, el consumo de tabaco y alcohol y el consumo de ciertas sustancias estimulantes o drogas.

En cuanto a la dieta, el consumo en exceso de carbohidratos como glucosa y fructosa, carne roja y grasas saturadas conlleva a la formación de radicales libres que causan estrés oxidativo y posteriormente un entorno inflamatorio. Esto disminuye la sensibilidad a la insulina, aumenta la proliferación de células cancerosas y también está relacionado con la formación de tejido adiposo (grasa).

 Por tanto, el sedentarismo y una dieta basada en estos alimentos están asociados con la obesidad, así como otras enfermedades relacionadas, como diabetes, enfermedades cardiovasculares y cáncer. Por el contrario, el consumo de alimentos como granos completos que contienen fibra, frutos secos, frutas y verduras (ricas en antioxidantes como las vitaminas E y C, beta-caroteno y flavonoides), pescado y legumbres contribuyen a la reducción del estrés oxidativo y el ambiente inflamatorio.

¿Y respecto a la suplementación basada en antioxidantes?

Aunque a priori, el aporte extra de antioxidantes sintéticos pueda mejorar la capacidad del organismo para combatir el estrés oxidativo, su uso es controvertido. En algunos casos el aporte diario recomendado no es suficiente para contrarrestar el estrés oxidativo y el exceso de suplementación antioxidante con vitamina A, vitamina E y betacaroteno puede resultar inseguro o resultar en prooxidantes. Esto puede deberse a las diferencias en la funcionalidad y composición de los antioxidantes que provienen de fuentes naturales y aquellos que son sintéticos. Sin embargo, hay múltiples compuestos y estudios al respecto que muestran ciertos beneficios, por lo que lo ideal es analizarlos individualmente.

En resumen, la mejor estrategia es prevenir la formación de radicales libres complementando nuestra defensa antioxidante endógena con una dieta rica en antioxidantes y adoptando hábitos de vida saludables. No olvidemos que una gran ingesta de antioxidantes no compensa un estilo de vida no saludable.
 

Escrito por María Caballero 

Farmacéutica 

          Bibliografía:

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